Herbert Marcuse (1898-1979) puede parecer un pensador casi olvidado, pero muchas de sus ideas, en especial las que popularizó en su libro El hombre unidimensional, aún son útiles para entender nuestra sociedad, desde el consumismo hasta el ascenso de los políticos populistas.
Este libro, que cumple 60 años, le convirtió en un referente de la nueva izquierda y de los estudiantes que protestaban a favor de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam. Era una lectura casi obligada por su crítica de una sociedad en la que se imponían ideas y valores, y en la que se asfixiaba toda disidencia.
¿Por qué ya no planeamos la revolución?
Herbert Marcuse, nacido en Berlín en 1898, fue una figura clave en la Escuela de Fráncfort y uno de los principales críticos del capitalismo. Después de escapar del régimen nazi y emigrar a Estados Unidos, Marcuse enseñó en universidades importantes y escribió varios libros influyentes. Su obra más conocida, "El hombre unidimensional", publicada en 1964, sigue siendo relevante hoy.
En "El hombre unidimensional", Marcuse argumenta que, aunque vivimos relativamente bien, esta comodidad nos mantiene distraídos y conformistas. La tecnología y el consumismo crean necesidades artificiales y nos hacen identificar con el sistema que nos oprime. Esta conformidad significa que el sistema puede absorber cualquier crítica sin necesidad de represión autoritaria. En lugar de buscar cambios radicales, la gente está ocupada con los últimos gadgets y tendencias.
Marcuse también extendía su análisis a los países comunistas, argumentando que allí también se había perdido la esperanza de una verdadera transformación social. Sin embargo, él creía que había espacios de resistencia y reflexión, como el arte y la filosofía, donde aún se podían encontrar alternativas al sistema opresivo.
A pesar de la aparente satisfacción con la vida moderna, Marcuse sostenía que el sistema tiene muchas contradicciones, como las guerras innecesarias y el despilfarro de recursos. A pesar de su pesimismo, él creía que los grupos marginados y excluidos podían ofrecer nuevas formas de resistencia y creatividad.
El artículo también señala que muchos de los movimientos sociales de los años 60, como el feminismo y el antirracismo, empezaron con buenas intenciones pero a menudo acabaron siendo absorbidos por el sistema. Marcuse había previsto este desenlace y señaló que, aunque estas ideas han contribuido a ciertos avances, el sistema sigue dominando.
Hoy en día, las críticas de Marcuse también nos ayudan a entender fenómenos actuales como el ascenso del populismo y el neofascismo. A pesar de que sus ideas se han visto eclipsadas por otras corrientes, siguen ofreciendo una perspectiva valiosa para analizar y cuestionar el mundo en el que vivimos.
En resumen, Marcuse nos invita a reflexionar sobre nuestra conformidad y a buscar espacios de resistencia para crear una sociedad más justa y creativa.
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