LOS COLORES DE MI OTOÑO. El libro es como un diario al que se lecuenta lo más íntimo que no puede nombrarse (o no se sabe) fuera delas murallas del papel. He mencionado un poco antes que el poeta y elhombre son el mismo y que toda su poesía es confesional, y no mecontradigo si subrayo esa aparente doble personalidad que hay entreambos. Al confesor se acude a contar lo más íntimo, aquello que corroe las vísceras por dentro como la sosa cáustica, aquello que estáoculto y se vomita como en un exorcismo. Y el autor que por fuera esluminoso proyecta dentro de sí una sombra enorme. Pero no seequivoquen, una cosa es la identidad poesíavida, y otra muy distintaconfundir el poema con la anécdota o valorar la obra en función de labiografía del autor. Y esto lo sabe a la perfección Robisco.