ZAPATA, ÁNGEL (1961)
Un ángel con bucles dorados y alas de nieve, un bombero al que un surtidor de centellas le nace del corazón, un sabio profesor que inventa la leche que canta villancicos, un hombre borroso que busca su sitio en el domingo interminable del más allá... La mezcla vigorosa de lirismo y humor, de tradición y vanguardia, que caracteriza la narrativa de Ángel Zapata brilla a lo largo de estas páginas en toda su singularidad y su poder de sugerencia. Con su primera edición, en 2001, Las buenas intenciones y otros cuentos conquistó la adhesión entusiasta de los lectores y el aplauso unánime de la crítica. En apenas diez años el libro se ha convertido en una obra de culto, y en uno de los títulos más influyentes entre las últimas generaciones de cuentistas.
De Ángel Zapata y su narrativa se ha dicho: "Ángel Zapata enriquece nuestra literatura con catorce cuentos inolvidables", Medardo Fraile, Cuadernos del Sur; "Sus cuentos se caracterizan por el cuidado con que están planteados y escritos, por su meditada composición, y por la variedad de registros que en ellos se experimentan", Ricardo Senabre, El Cultural de El Mundo; "Un notable cuentista (...), en el que destaca el gusto por la concisión y la estructura cerrada", Santos Sanz Villanueva, Revista
Las buenas intenciones y otros cuentos es de esos pocos libros, muy pocos, que se regalan con cierto vicio, como quien desliza en el bolsillo de un amigo un bote de Prozac. El humor, vitalidad, ternura y surrealismo que destilan sus páginas son principios activos que enfrentan y reconcilian con la realidad.
En la línea de películas como Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda, o La cabina, de Antonio Mercero, las escenas más cotidianas se entremezclan con una imaginación que tensa toda lógica, desencadenando en el lector la risa, la emoción o el más sabio de los cuestionamientos. La comparación con el cine no es caprichosa: las voces y los diálogos de Ángel Zapata son de una naturalidad y humanidad que logran encarnar a sus personajes ante los ojos del lector. El desfile de personas calamitosas y entrañables, movidas hasta las últimas consecuencias por el ímpetu del deseo, sirve de ancla para que el lector lea con absoluta naturalidad que en el cielo se celebren desfiles por gremios profesionales todas las mañanas, que el mar deposite en la arena franjas de letras huérfanas o que unas mollejas duras bien valgan un naufragio.
Si todo esto no fuera suficiente para recomendar estos cuentos en tiempos de pandemia, cada pocas páginas el libro regala una frase que subrayar. La rebelde discrepancia con el mundo, la sabiduría en cápsulas de precisión, la discreta belleza de su prosa, empezando por el mismo título del libro, obligan a mancillar sus hojas con alguna señal de reconocimiento y gratitud.