Como indica el subtítulo, la obra se articula como una búsqueda. Una búsqueda de las raíces de la idea de democracia. Una búsqueda que nos lleva, como en el trabajo arqueológico, desde la realidad presente a los orígenes del concepto. La tesis del libro es que no nos encontramos ante un proceso histórico. No hay una línea de continuidad desde un pasado más o menos remoto hasta la actualidad "democrática" de nuestro hoy día. Por el contrario, ese grado cero de la democracia no se ubica en un tiempo superado por la historia sino que, y esa es la nota trágica que nos traslada la obra, se abre a nuestros pies paso a paso. El propio autor nos lo aclara: no estamos ante un libro de historia. Pese a la documentación y erudición que derrochan sus páginas, los objetivos del libro van más allá. Esto se aprecia fundamentalmente en la segunda parte. Estamos ante un verdadero proyecto de desideologización: una propuesta de lectura de la democracia desde la realidad vivida en cada momento. Al renunciar a formular una interpretación teleológica, condicionada por nuestra visión desde el presente, el autor nos introduce en territorios no pocas veces inquietantes. El capítulo final, "La tentación del fascismo", resulta así un verdadero aldabonazo sobre nuestras conciencias.