El general Ople y Lady Camper de George Meredith, es la séptima propuesta de Ardicia Editorial, recién llegada a las librerías. Una no puede menos que alabar la labor de esa editorial, que suelta cada poco pequeñas joyas ocultas, novelas breves, fáciles de leer, y llenas de encanto con un punto anacrónico -y sí, lo digo como algo bueno-. En esta ocasión nos proponen una obra hasta ahora inédita en nuestro país de un autor olvidado tanto en nuestro país como en el suyo propio (Inglaterra).
Y es que El general Ople y Lady Camper es una novela breve de 1877 que bebe de la mejor tradición de humor inglés, esa que apuesta por situaciones ligeras y excéntricas, siempre en el seno de la clase alta, y que gracias a una sutil ironía encierra más trasfondo del que a primera vista aparenta. Hace poco os propusimos 32 lecturas por los 32 países del Mundial de fútbol, en el caso de Inglaterra os animábamos a escoger cualquiera de sus novelas ligeras y encantadoras: esta es una estupenda opción.
En ella conocemos a los dos personajes que dan título a la obra: el general Ople, un militar retirado entrañable, clásico, tierno, y Lady Camper, sobrina de una condesa, divertida, aguda, maliciosa. Tras coincidir en la campiña, él, inevitablemente, caerá rendido a los pies de ella, porque quién puede resistirse a una mujer inteligente su capacidad para preguntar y exigir respuestas rápidas y deslumbrantes; sus requerimientos de sutilezas originales de un tipo distinto al que abastecen al por mayor ciertas publicaciones que nos martillean al cerebro; sus lecturas variadas; su habilidad para poner a los demás en ridículo; todo ello las hacía impresionantes a sus ojos. Concedámosle a Ople el buen gusto. Y aunque Lady Camper es bastante bruja, da gusto ver a un autor del siglo XIX alabando la inteligencia femenina sobre la ternura.
Por lo demás, estamos ante una comedia romántica con un pelín de mala leche. Ágil, divertida, entretenida, pero además, con un plus: su humor irónico y muy ingenioso, que le vale al autor para atacar las convenciones del momento y ridiculizar lo peor de la alta sociedad victoriana. Las diferencias de clase, el machismo imperante o la concepción del amor clásico son puestas en tela de juicio a través de la comicidad más clásica, que hace hincapié en los sinsentidos que esas convenciones provocan.
Una lectura amena y refrescante, ideal para el verano.