PERERA VELAMAZAN, PABLO
A los animales no les es propia la ocupación de ningún lugar natural.Es el tesoro más oculto que nos ofrecen las Ciencias de la vida. Noson más propios de la rama de un árbol que del vértice más extremo deuna torreta de electricidad. La naturaleza no encuentra su análogo enun espacio doméstico donde cada ser vivo ocupa su lugar. No cabeecología posible. El mundo en su totalidad deviene de una realidadinterespecífica, donde cada especie es un territorio abierto amúltiples conjunciones inesperadas. En este sentido, y no otra es lacondición de toda zoopolítica, es necesario cuestionar lasuperposición de un espacio político al margen de la naturaleza, donde nuestra especie se singularice en su relación diferencial respecto aella, dispositivo antropológico que no deja de asediarnos. La únicainstalación originaria sucede siempre en relación con las vidas deotros, el suelo donde nos posamos no es lo que separa a una especie de otra, sino el espacio híbrido que las obliga a mezclarse. Es el"sueño dorado" que estos retratos con animal de pensadorescontemporáneos pretende exponer.
Kafka acariciando la orejad