ARROYO-STEPHENS, MANUEL (1945)
Aunque lo tenía delante, yo no vi la herida; esa herida certera, tan escondida. Se la hizo después de tirarle al suelo, por detrás, como para que no la viésemos nadie. Podía no haber sido nada: se ven en las plazas, casi a diario, cogidas en apareciencia más mortales. En su único derrote el toro fue certero;...'