MARTÍ MONTERDE, ANTONI (1968)
SI LA MODERNIDAD ES UNA CIVILIZACIÓN de la palabra, si la nuestra ha sido, durante tanto tiempo, una cultura de la conversación, su incesante metamorfosis, su constante y fugaz creación de nuevas miradas necesariamente tiene que modificar también la conversación misma. Sus mutaciones en tertulia, en soliloquio, o incluso en silencio formarían parte de la propia modernidad como modulaciones de la voz. La vida de Café ocuparía en este proceso u lugar central, lleno de voces y de silencios, al ser autopercepción y desvelamiento, transformación e interrupción de la individualidad moderna en el escenario de una sabiduría que, sin afirmarse como tal, se hace densa en medio de charlas, ruidos y rumores, entre el zumbido y a veces el rugido de la sociedad.
Si, como afirma Ramón Gómez de la Serna, «el Café es la vida interior de la ciudad como ciudad; es el parlamento desinteresado, la comprobación de la vida en mi ángulos de la urbe», este espacio se plantea como encrucijada habitable por el individuo, se perciba éste como ciudadano o como solitario, posiciones en absoluto excluyentes entre sí, que implican también muchas otras, todas más bien concurrentes en cada individuo. El presente ensayo está dedicado a la búsqueda de la escritura de esa vida interior de la ciudad, con la certeza indemostrable de su papel decisivo en la modernidad literaria, de que alguna cosa comenzó a cambiar en la literatura en el preciso instante en que alguien se sentó a una mesa de Café, tomó un papel y se puso a escribir.